Propedéutico del Área de Lengua
¡A
brillar con luz propia!
Un
hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida
humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos:
El mundo es eso-reveló- Un montón de gente,
un mar de fueguitos.
Cada
persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales.
Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de
fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el
aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero
otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear,
y quien se acerca, se enciende.
EDUARDO
GALEANO
La
escuela pretende ser una inmensa fábrica de sueños, el lugar donde cada uno descubra en sí mismo su propio fuego: qué
sueña, qué espera, qué desea.
Si avivamos ese fuego, la tarea de la escuela estará cumplida.
BIENVENIDAS
¡Buen año
para todas!
¡¡Hola, queridas
alumnas ingresantes!! Somos las profes que integramos el Dpto. de Lengua del
Instituto: Silvia Baretto, Alejandra Ríos, Miriam Gil y Marcela Sacchi, y elegimos
ese cuento de Galeano para darles la bienvenida a esta hermosa carrera en la
que tendremos el gusto de acompañarlas durante los cuatro años de cursado.
Lamentablemente, debido a la emergencia sanitaria por la que estamos
atravesando, esta primera clase no va a
ser presencial como nos hubiera gustado, pero igualmente el encuentro virtual
nos parece sumamente enriquecedor y nos va a permitir conocerlas y saber algo
de uds. a través de las respuestas que irán elaborando y nos presentarán el
primer día de clases.
Ahora…¡a
trabajar!
ACTIVIDADES
1)
Leé el siguiente cuento:
El niño pequeño
Había
una vez un niño que comenzó a ir a la escuela. Él era bastante pequeño y la
escuela muy grande. Cuando el niño descubrió que podía entrar en su salón desde
la puerta que daba al exterior estuvo feliz, y la escuela ya no le pareció tan
grande.
Una
mañana la maestra dijo:
-Hoy vamos a hacer un dibujo.
-¡Qué bien! —pensó el pequeño.
Le
gustaba dibujar y le gustaba hacer de todo: vacas, trenes, pollos, tigres,
leones, barcos. Sacó entonces su caja de lápices y empezó a dibujar, pero la
maestra dijo;
-¡Esperen, aún no es tiempo de empezar! Aún no
he dicho lo que vamos a dibujar. Hoy vamos a dibujar flores.
-¡Qué bien!- pensó el pequeño.
Le
gustaba hacer flores y empezó a dibujar flores muy bellas con sus lápices
violetas, naranjas y azules. Pero la maestra dijo:
-¡Yo les enseñaré cómo, esperen un momento! -Y
tomando una tiza, pintó una flor roja con un tallo verde.- Ahora — dijo la
maestra- pueden comenzar.
El niño miró la flor que había hecho la
maestra y la comparó con la que él había pintado. Le gustaban más las suyas,
pero no lo dijo. Volteó la hoja y dibujó una flor roja con un tallo verde, tal
como la maestra lo indicara.
Otro
día, la maestra dijo:
-Hoy vamos a moldear con plastilina.
-¡Qué bien!- pensó el pequeño.
Le
gustaba la plastilina y podía hacer muchas cosas con ella: víboras, hombres de
nieve, ratones, carros, camiones; y empezó a estirar y amasar su bola de
plastilina.
Pero
la maestra dijo:
-¡Esperen, aún no es tiempo de empezar! Ahora
–dijo- vamos a hacer un plato.
-¡ Qué bien! — pensó el pequeño.
Le gustaba modelar platos y comenzó a hacerlo
de todas formas y tamaños. Entonces la maestra dijo:
-¡Esperen, yo les enseñaré cómo! — Y les mostró
cómo hacer un plato hondo.- Ahora ya pueden empezar.
El
pequeño miró el plato que había hecho la maestra y luego los que él había
modelado. Le gustaban más los suyos, pero no lo dijo, sólo modeló otra vez la
plastilina e hizo un plato hondo como la maestra indicara.
Muy
pronto el pequeño aprendió a esperar que le dijera qué y cómo debía trabajar, y
hacer cosas iguales a las de la maestra. No volvió a hacer nada él solo.
Pasó
el tiempo, y sucedió que el niño y su familia se mudaron a otra ciudad, donde
el pequeño tuvo que ir a otra escuela. Esta escuela era más grande y no había
puertas al exterior de su salón. El primer día de clase, la maestra dijo:
-Hoy vamos a hacer un dibujo.
-¡Qué bien! -pensó el pequeño, y esperó a que
la maestra dijera lo que había de hacer; pero ella no dijo nada. Sólo caminaba
por el salón, mirando lo que hacían los niños. Cuando llegó a su lado, le dijo:
-¿No quieres hacer un dibujo?
-Sí, -contestó el pequeño- pero: ¿qué hay que
hacer?
-Puedes hacer lo que tú quieras- dijo la
maestra.
-¿Con cualquier color? —preguntó el niño.
-Con cualquier color- respondió la maestra. Si
todos hicieran el mismo dibujo y usaran los mismos colores, ¿cómo sabría yo lo
que hizo cada cuál?
El niño no contestó nada, y bajando la cabeza dibujó
una flor roja con un tallo verde.
Helen Buckly
a)
La historia se puede dividir en dos partes. Señalá cada
una de ellas.
b)
Realizá un cuadro comparando las características de la
primera y la segunda escuela.
c)
¿Qué cambios se producen en el personaje durante el
transcurso de la historia?
d)
¿Cómo cuál de las docentes te gustaría ser? ¿Por qué?
2)
Interpretá las siguientes imágenes relacionándolas con
la historia anterior y con el rol del docente. Escribí un breve comentario
debajo de cada una de ellas.
Para jugar con la imaginación, en tu relato podés incluir:
· Colores de un lugar donde pasabas muchos momentos
· Un juego de niños solo o con amigos
· Un momento importante
· El sabor de algo que te gusta
· La textura de una vestimenta de tu infancia y/o del cabello de un ser querido…
· ¡O todas las cosas que se te ocurran! ¡¡¡Sos libre!!!
Las profes
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